Hilando el ritmo del pensamiento
Atar desde la periferia hacia adentro y vuelta desde mi adentro hacia los bordes, que abrazan los silencios, secretos, lo olvidado.
Vivo reflexiones, su transformación en poética y con ella la construcción de la imagen que objeta su contenido y significación para descalzar a mi pesar, su esencia.
Atar es asir silencios, algo así como lo indecible
el refugio en el revés del lenguaje, reconstruir, de modo plástico la intensa pugna de resistir, entre el decir (poder/de/decir) y su esencia.
Atar abismada al borde del lenguaje
“Abismo es ese lugar de la palabra
perfecto suicidio de aquellas cosas
que solo se dicen a escondidas
detrás de lo que no queremos decir...”
La obra “Hilando el ritmo del pensamiento”, retiene en su construcción, en un sentido, aquellos días de espacio vacío, necesarios para mecer el lugar del pensamiento exiliado y ausente, que cobra identidad, en papeles sin escritura, enrollados y cosidos al borde de la tela. Por otro, des/bordada mi interioridad, las palabras del lenguaje, portado como externa propiedad son introducidas una a una traicionando aquello que quiero decir, nuevamente en papeles enrollados cosidos central/mente, responsables de ese narrar, que como grietas se estancan en la superficie del silencio.
Atar, silenciar, al borde del abismo con palabras, encierran como todo lo que ata, en el interior de los papeles enrollados, la obra no vista, no develada, la profundidad de la esencia que vanaliza la imagen.
Enrollar, encerrar, guardar, atar, son acciones que implican tiempo. El tiempo de transcurrir, de existir, de amanecer y ser en secreto todos los días.
Vivo reflexiones, su transformación en poética y con ella la construcción de la imagen que objeta su contenido y significación para descalzar a mi pesar, su esencia.
Atar es asir silencios, algo así como lo indecible
el refugio en el revés del lenguaje, reconstruir, de modo plástico la intensa pugna de resistir, entre el decir (poder/de/decir) y su esencia.
Atar abismada al borde del lenguaje
“Abismo es ese lugar de la palabra
perfecto suicidio de aquellas cosas
que solo se dicen a escondidas
detrás de lo que no queremos decir...”
La obra “Hilando el ritmo del pensamiento”, retiene en su construcción, en un sentido, aquellos días de espacio vacío, necesarios para mecer el lugar del pensamiento exiliado y ausente, que cobra identidad, en papeles sin escritura, enrollados y cosidos al borde de la tela. Por otro, des/bordada mi interioridad, las palabras del lenguaje, portado como externa propiedad son introducidas una a una traicionando aquello que quiero decir, nuevamente en papeles enrollados cosidos central/mente, responsables de ese narrar, que como grietas se estancan en la superficie del silencio.
Atar, silenciar, al borde del abismo con palabras, encierran como todo lo que ata, en el interior de los papeles enrollados, la obra no vista, no develada, la profundidad de la esencia que vanaliza la imagen.
Enrollar, encerrar, guardar, atar, son acciones que implican tiempo. El tiempo de transcurrir, de existir, de amanecer y ser en secreto todos los días.